¡Todos han de beber! 
Una vez, por el tabernero, los hombres libres beben ansiosamente; dos veces, beben por los cautivos; luego, tres veces por la vida; cuatro, por todos los cristianos; cinco veces, por los mártires; seis, por los hermanos enfermos; siete, por los soldados en guerra.
Ocho veces, por los hermanos errantes; nueve, por los monjes disgregados; diez veces, por los navegantes; once, por los desavenidos; doce, por los penitentes; trece veces, por los viajeros; tanto por el Papa como por el Rey.